Caen redes la 4T, la aprovecha -Le pega a Maruchan -Y avanza estatización -Ahora hasta polis aviadores
POR ahora no sabemos qué generó el estrés generalizado de los mexicanos durante el día de ayer, si fue la caída de las redes sociales y el súper chat WhastApp o el decomiso masivo de las sopas instantáneas por parte de Profeco, de las que se deleitan pobres y ricos en este país.
La desesperación fue manifiesta por la salida del cíber espacio de las redes sociales digitales FaceBook, Instagram y la saturación por las mismas razones de Telegram.
Y es que ciertamente, la interacción entre las personas quedó trunca. Los grandes tormentos fueron para quienes usan estas redes de manera continúa y hasta adictiva.
La caída del WhatsApp pegó más fuerte, si se toma en cuenta que no es sólo la comunicación individual o entre grupos; pues se ha convertido también en una herramienta de trabajo, la que incluso, ha sustituido en gran parte los mensajes de texto que por ciento son totalmente privados, así como el correo electrónico tradicional, lo que no sucede con el WAts.
Las redes, incluyendo el chat más popular del mundo, dependen de un mega servidor y una sola empresa, es decir, de FaceBook propiedad de Mark Elliot Zuckerberg.
En estrés fue tal en el mundo que generó enojo, impotencia y desconfianza; hubo millones de conclusiones. Una de ellas quizá la más importante, es que debido al hackeo que sufrieron las redes, por lo menos mil 500 millones de usuarios y sus datos personales están ahora en manos de desconocidos. Esa fue la razón real del parón automático, aunque FaceBook, tiene otros datos.
Permanecieron mudos unos tres mil millones de usuarios que sólo FaceBook tiene en mundo. El apagón que duró siete horas ocasionó pérdidas millonarias aún no cuantificadas a empresas y por lo pronto Zuckerberg, perdió nueve puntos porcentuales en la bolsa de valores, en donde Forbes calcula que fueron una pérdida de siete mil millones de dólares.
La caída de las redes sociales, desnudo que la adicción y la dependencia es mucha, pese a esa realidad hay poco conocimiento científico.
EN DÓNDE no hay una explicación lógica es en el decomiso de más de cien mil productos, más lo que se acumulen, conocidos como chatarra por parte de la Procuraduría Federal del Consumidor.
Le pegó a las sopas instantáneas a las que la mayoría le llama Maruchan, marca asiática posicionada por su antigüedad y seguramente por la preferencia del consumidor.
Profeco retiró 12 marcas con explicaciones múltiples y lo anunció en TV nacional, como si se trata de la detención del hijo El Chapo Guzmán.
Nada en absoluto, que no conozca el consumidor, en donde por cierto, no se respeta la leyenda obligada de la Cofespris, en eso de que el “el consumo es responsabilidad de quien lo recomienda o consume”…
No se trata de una defensa de esta pasta de plástico como luego la bautizan, sus saborizantes y colorantes sintéticos, incluso con su publicidad engañosa con eso de que contienen carne de res, de pollo camarón y legumbres, lo que ya se sabe que se contienen en micro porciones.
El hecho es que al Gobierno Federal le llevó tres años llegar a esa conclusión y por otra parte, cuando el mercado mexicano y de hecho mundial está inundado de Sodio como conservador, con exceso de azucares y grasas saturadas, resulta más que sospechoso en contra de las sopas instantáneas en México.
Si esos son los fundamentos, habría que ir en contra de las refresqueras, las grandes panificadoras y quienes venden productos fritos o refritos, sólo por citar ejemplos.
Una hipótesis bajo dos variables se desprenden sobre las Marcuhans; la primera es que, es que se trata de un gran distractor, para que las personas piensen en la sopa de plástico, mientras avanza la estatización de la Comisión Federal de Electricidad y la nacionalización de Litio, como en los tiempos del tata Cárdenas.
Y la otra es que, le molestó tanto al presidente López Obrador, una pregunta del fin de semana en la mañanera, cuando se le cuestionó el por qué se les estaba dando a los grupos indígenas una Maruchan y una Coca cola, en lugar de una despensa con granos básicos y sin gorgogo?.
Ambas rutas hipotéticas, pueden sonar descabelladas y sin razón, pero cuando no hay razón entonces hay que ir a las hipótesis.
LA NOVEDAD en la Secretaría de Seguridad Pública Estatal, que dirige Gilberto Loya Chávez, se quedaron sin reclamar o recoger, poco más de 150 cheques de esos que llaman mecanizados de la quincena que acaba de transcurrir.
Resulta que el jefe Loya Chávez instruyó a las áreas Administrativa y de Recursos Humanos, para que el pago se hiciera con cheque, para conocer mínimo a quién está cobrando, pero sobre todo, cuál es la función que desempeña.
Por lo pronto, la estrategia es esperar a que llegue la próxima quincena y dar tiempo para que acudan a recoger los actuales bajo la consideración de que se trata de una secretaría estatal, si es que van a acudir.
Luego analizar qué sucede con los que no cobran y buscarlos por la vía administrativa para conocer qué es lo que está sucediendo.
En anticipo por ahora, es que muchos de los que no se han presentado, podrían ser aviadores o becarios como ahora elegantemente les llaman.
Se supone además, que en caso de estar habilitados como agentes policiacos y no estar en filas o con comisión en una función diferente, pueden ser arrestados, probablemente por eso optan por no acudir.
La Secretaría de Seguridad Pública Estatal, se suma a otras grandes áreas del gobierno central, en donde se han detectado cientos de aviadores, como el Desarrollo Social, Desarrollo Urbano e Instituto de la Mujer y las que se agreguen en donde se pagaban de entre ocho y 20 mil pesos por activismo a favor de Morena vía Víctor Quintana Silveyra o Emma Saldaña para rayonear Palacio de Gobierno y edificios de privados de Medios de Comunicación.
Polis operativos, del Fuerza Especiales e investigadores, que estén como aviadores, sólo eso nos faltaría, peor si al igual que las de verde o los morenistas de Quintana se utilizaron para el porrismo y la represión. Corral de eso sabe mucho. Una pena que su esposa Chintya lo acompañe en está apátrida desventura.