Escribí en la pasada entrega, que existen hechos irrefutables que hacen propicio, y posible, vertebrar un bloque opositor consistente el cual, vinculado estratégicamente con algunos sectores sociales, pelee a MORENA los triunfos por venir. Enlisté, entonces, una serie de razones, continúo:
Cuarto, de esas metas, la más importante en el corto plazo, debe ser prepararse para la revocación de mandato. Así es, no estamos lejos de que AMLO se vaya por las buenas. De acuerdo a una encuesta realizada el pasado 6 de junio, el 46% del electorado votó por la revocación del mandato y solo el 49% votó en contra.[1] Necesitamos un empujoncito; convencer al 5% que no ha decidido, o convertir a una fracción mínima de morenistas (3%) de los yerros y sinsentidos de la 4T, para poner al presidente de patitas en la calle y que se vaya mucho a… su rancho. Ya sabemos lo que va a ocurrir: programas sociales como estrategia medular de campaña, las mañaneras como ariete en medios y carretadas de dinero para comprar voluntades. Es necesario, desde ya, empezar a trabajar en la estrategia que les haga frente a esos ilícitos y movilice a la ciudadanía. En resumen, ya sabemos quién y cómo pretende hacer qué, solo se requiere desarrollar las tácticas que, una a una, desmonten dicha farsa.
Quinto. Dicho en otros términos: si 2021 fue importante en el intento de mermar la fuerza legislativa de MORENA, el 2022 se convierte en una alternativa relevante por otras razones: es posible sacar a AMLO de palacio sin esperarnos a medir fuerzas en el 2024. Es más, si él gana en 2022, su cabecita loca empezará a maquinar, en serio, lo que hasta ahorita solo ha sido ocasión para sonrisas socarronas y débiles negativas: promover su reelección. En 2021, empresarios, medios, partidos y sociedad organizada, llegaron tarde y mal al proceso, no puede ocurrir lo mismo. Faltan ocho meses para ese marzo crucial, hay tiempo de sobra para organizarse y hacer patente que la mayoría del pueblo de México no lo quiere.
Sexto. Así es. Hay en el país 126 millones 14 mil 24 habitantes;[2] en tanto que, electores, somos 93 millones 984 mil 196.[3] Como queda dicho, en los pasados comicios votaron por MORENA 17 millones 180 mil personas; de la población total, esta cifra solo representa un ínfimo 13.63% o, lo que es igual, el 86.37%, ¡un 86.37%!, de los mexicanos no eligió a quienes nos gobiernan en el ámbito federal ni ha avalado, en modo alguno, a esa administración. En tanto que, del universo de electores, menos del 20 por ciento, ¡menos de la quinta parte!, apoya a MORENA. Esa es una indiscutible área de oportunidad, es necesario centrar y concentrar la crítica para persuadir al electorado lo mal que lo está haciendo este gobierno.
Séptimo. Otra buena noticia es que las locuras van a seguir. Los ataques a la clase media y a la división de poderes, la confrontación entre mexicanos, las descalificaciones a quienes no piensan como él, las mentiras, las excusas, las acusaciones, los excesos verbales, etc., no se acabaron el 6 de junio. De hecho, el presidente necesita más que nunca continuar, acelerándola, con su estrategia de militarizar al país, derrochar el dinero en obras faraónicas de dudosos resultados con mano militar y echarse a los soldados a la bolsa, de cara a las burradas que esté por consumar. Sin dinero público y sin ejército, el futuro de la actual administración está sellado. Esos dispendios, ese desdén por los programas sociales auténticamente útiles (vinculados a la educación, la cultura, la ciencia, la tecnología o el deporte), ese desprecio por el dolor humano de enfermos y víctimas de violencia, la persecución inmisericorde contra la clase media, el pacto con el crimen organizado (la “delincuencia organizada ‘se portó’ bien en elecciones”,[4] según él), entre otros disparates, deben constituir el eje donde se centre el ataque al mermado lópezobradorismo.
En resumen, quien sostenga que el balance del 6 de junio es positivo para MORENA, se equivoca; sí, no ha terminado de irse, pero no necesariamente llegó para quedarse. De nosotros, ciudadanos libres, inteligentes y lúcidos, depende. Lo más importante es no confiarse, no creer que distan tres años del próximo enfrentamiento. Está a la vuelta de la esquina. Estamos a un pasito de librarnos, por fin, de esa lacra que son MORENA y su presidente. El llamado es a no “rajarse”, no romperse, no claudicar y, sobre todo, entender que el 2021 no terminó nada, al contrario, es un llamado a recomenzar.
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Luis Villegas Montes.