Como ha ocurrido a lo largo de los últimos 36 años, la elección para gobernador se circunscribirá a solo dos de los contendientes.
La novedad es que, ante la caída del PRI, quien ocupará su lugar en la competencia frente al PAN es el partido gobernante en el país, Morena. De ahí se deriva la otra singularidad del actual proceso electoral, la de que el PRI se enfrenta a la posibilidad de perder por segunda ocasión consecutiva la gubernatura de Chihuahua.
Ello explica en buena medida lo que aquí hemos comentado, la eclosión del priismo chihuahuense. Migraron a todos los partidos, especialmente a aquellos a los que percibieron como posibles triunfadores de las elecciones.
¿Cuánto aportarán a sus nuevos partidos? Imposible saberlo en estos momentos y, obviamente, habrá diferencias significativas entre ellos.
Más allá de este fenómeno, se advierte, a juzgar por las encuestas publicadas hasta el momento -de las que deberá efectuarse una abstracción y una valoración al lado de otros aspectos, más subjetivos, aportados por cada uno de los que efectúan el análisis- la mayoría de los electores van a hacerlo por el partido de su preferencia más allá de los candidatos.
Así, es posible anticipar que Campos recibirá un mayor número de votos procedentes de más allá de sus simpatizantes, fenómeno que se advierte en menor medida en el caso de Juan Carlos Loera, que recibirá, sobre todo, los votos de los simpatizantes del gobierno de López Obrador, que provendrán de quienes le guardan elevadas consideraciones a su actuación como presidente y de muchos de los beneficiarios de los programas de bienestar social.
Hasta ahora, ambos acaparan las preferencias electorales y dependiendo de la empresa encuestadora, se otorga la ventaja a uno o a otro, aunque ya se puede decir que la panista lleva (en estos momentos) una ventaja que podría ubicarse entre los 5 y los 8 puntos.
De acuerdo con el último corte de la Lista Nominal de Electores del Estado de Chihuahua del 2020, el número de electores en el estado es de 2 millones 858 mil y si votara el 53% de ellos -como en 2016- querría decir que el 6 de junio votarán alrededor de un millón y medio de chihuahuenses (1 millón 514 mil).
De ese modo, la ventaja de Campos se ubicaría entre los 75 y los 120 mil votos, en caso de que ella encabezara las preferencias electorales.
Lo que suceda en Juárez y Chihuahua puede determinar el resultado. Necesitan, cada uno, obtener una muy amplia ventaja en la ciudad en la que encabezan las preferencias, que sea mayor a la que obtenga el candidato de enfrente en la propia.
Campos necesita sacar en Chihuahua una ventaja de 130-150 mil votos de ventaja sobre Loera, quien debe obtener, a su vez, esa ventaja en Juárez, para empatar la votación estatal y definir la elección en el resto del estado.
Entonces las diferencias en favor de uno o de otro en los municipios con menor electorado podrían definir al triunfador aunque deberá anotarse que el eje Delicias-Jiménez puede convertirse en el fiel de balanza pues la diferencia aportada en favor de Maru Campos por la población del centro-sur del estado se constituyera, finalmente, en el fiel de la balanza que determinara el triunfo de la panista.
Ahí se advierte un muy evidente y mayoritario rechazo al gobierno federal y a Morena (fruto del conflicto del agua de las presas del año pasado) y, por consiguiente, una creciente simpatía por los candidatos del PAN, cosa que no sucede con esa magnitud en el resto de las regiones de la entidad.
Además, en virtud de las extrañas condiciones en que pactaron sus alianzas el PRI y el PAN, en el distrito federal de Delicias los candidatos de esa alianza son Mario Mata, del PAN, que pretende la reelección y que ahora lleva como suplente a Salvador Alcántar, el indiscutible y respetado líder del movimiento en defensa del agua de los productores-usuarios de los distritos de riego quien, además, es militante del PRI.
En la semana que termina el Tribunal Estatal Electoral dictaminó, por unanimidad, que la candidatura de Maru Campos es válida, ante los cuestionamientos de MC y Morena.
No hay duda que ambos agrupamientos pretendían desbancarla de la candidatura y si tal eventualidad no se lograra, entonces que el golpeteo político por esa causa la hiciera perder algunos puntos y, claro, que algunos de ellos se sumaran a los de sus respectivos partidos.
Pero ahora se puede concluir que el daño a la candidatura de la panista, por el hecho de que se le vinculara a proceso por la acusación de la nómina secreta, aparentemente ha sido superado en las preferencias electorales.
De esa manera podemos concluir que ahora ya hay certeza y que la contienda tendrá como actores principales a la panista Maru Campos y al morenista Juan Carlos Loera, y en un segundo nivel a la priista Graciela Ortiz y al candidato de MC, Alfredo (Caballo) Lozoya.
A partir del próximo jueves a esas campañas se sumarán las que realizarán los candidatos a diputados locales, síndicos y alcaldes y, como en el caso de las candidaturas a gobernador, lo que ocurra en Juárez y Chihuahua en la disputa por las alcaldías podrá influir decisivamente en aquellas.
Hay diferencias.
Mientras en la capital el surgimiento del ex alcalde priista Marco Adán Quezada, como candidato de Morena, luego de abandonar las filas del PRI más de 4 años atrás, ha concitado un caudal de simpatías que para muchos fue inesperado, al grado que algunas encuestadoras lo ubicaron en números semejantes a los obtenidos por el candidato del PAN, Marco Bonilla, y a quien se le ubicaba, antes de la aparición de Quezada, como claro favorito.
Se le puede señalar todavía en esa condición, pero no con las ventajas que parecía poseer semanas atrás.
En cambio, en Juárez pareciera suceder lo contrario. La designación de Cruz Pérez Cuéllar como candidato a la alcaldía propició un crecimiento en las simpatías electorales por Morena reportadas por prácticamente todas las encuestadoras.
Si ambos fenómenos electorales resultasen ciertos, y el voto cruzado se mantuviera dentro de parámetros “normales” en las dos ciudades y las preferencias electorales por los candidatos a alcaldes fuesen semejantes para los candidatos a gobernador, entonces podrían presentarse ventajas en Juárez para Loera y para Campos en Chihuahua, que podrían neutralizarse y entonces, como apuntamos arriba, lo que ocurra en Delicias-Jiménez, podría determinar quien fuera el próximo gobernador.
Dejar fuera del análisis a Cuauhtémoc tiene sus razones.
Aparentemente en Cuauhtémoc se presenta una muy cerrada contienda entre el panista Humberto Pérez y la candidata de Morena, Lupita Pérez. Si esto se traslada a los candidatos a gobernador, entonces no habrá votos de ventaja, ni para Loera, ni para Campos.
Sin embargo, hay un factor poco mencionado hasta ahora, presente en la región occidente del estado: El de la enorme inconformidad hacia el gobierno federal por la práctica desaparición de todos los programas agropecuarios, mas allá de los de carácter social establecidos por el gobierno de López Obrador, justo en el momento en el que la sequía es una dolorosa realidad.
Así, sin agua y sin apoyos agropecuarios reales, esa parte de la población irá a las urnas en junio. Todo apunta a que no le irá bien a la 4T en esa región, salvo excepciones en algunos municipios en los que los candidatos, por su propia personalidad y el escaso electorado existente en ellos, puedan salir adelante.
En cambio, en la zona de Parral, al ir el Caballo Lozoya de candidato es previsible que será la zona en la que obtendrá la mayoría de los votos, por lo tanto, los que sufraguen por Campos o por Loera no constituirán una cantidad significativa para el total estatal.
Faltaría comentar un aspecto central, que se puede presentar de manera muy importante:
Los dos candidatos a alcaldes de Morena provienen de partidos distintos a éste y es previsible que un porcentaje de sus posibles votantes crucen su voto y lo hagan por la candidata Campos, si la consideran como puntera de las preferencias electorales. Eso pudiera darse de manera más importante en la capital que en Juárez, pero no es descartable que en esta ciudad, aparentemente, el voto duro de Morena sería más estable.
Pero si el voto cruzado se eleva por encima del 5% de los emitidos en cada caso, la ventaja podría beneficiar más a Maru Campos que a Juan Carlos Loera.
Y es que es más difícil que el votante promedio del PAN decidiera votar por el candidato a alcalde de ese partido y a gobernador por el de Morena, lo contrario es más fácil que se presente.
Lo dicho, será una parejera, otra vez. Ello puede llevarnos a la posibilidad de las declinaciones de alguno de los otros contendientes, luego lo comentaremos.
Tal posibilidad no se podrá descartar.
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