Las investigaciones de la Fiscalía General de la República en torno al robo de una avioneta Cessna TTX 2014 no han hecho más que exhibir el ridículo que hicieron la Guardia Nacional y la Administración de la Aduana en la capital.
La aeronave con matrícula estadounidense N5525L, propiedad de una agencia de inversiones de riesgo con sede en Amarillo, Texas, fue asegurada por un procedimiento fiscal, o sea que su resguardo correspondía al Servicio de Administración Tributaria.
Pero de acuerdo a los registros oficiales recuperados por la FGR dentro de las pesquisas, únicamente se destinó a un agente de la Guardia Nacional para su resguardo. Cuando dos hombres con permisos para estar en las instalaciones aeroportuarias llegaron para llevárselas, el angelito los dejó irse sin más.
De acuerdo a los protocolos, el agente debió impedir que la aeronave se moviera, así fuera un centímetro, con la autoridad que representaba. Si había amenazas debía detener a los sujetos o someterlos, aunque no fue el caso.
Es más, en última instancia debía impedir, así fuera con la patrulla, el “carreteo” y hasta el despegue de la aeronave, sin importar que ésta resultara dañada. Los dejó partir mientras el representante fiscal ni cuenta se daba de las condiciones en que estaba el bien confiscado.
Fueron el comandante del aeropuerto, Sergio Javier Ruiz Pérez y el general comandante de la Base Aérea Militar, Raúl Milpa Mejía, quienes en cuestión de horas rastrearon el vuelo y ubicaron la avioneta en Presidio, Texas.
La coordinación de las fuerzas armadas mexicanas y estadounidenses, así como de la Agencia Federal de Aviación Civil, permitieron el reaseguramiento y el avance de la investigación penal correspondiente.
Pero eso no impidió el señalamiento directo a la autoridad aduanera y a la Guardia Nacional, que se mete en todo (vacunación, cuidado de las presas, carreteras, aeropuertos, etc.) pero no da los mejores resultados.
GPS / Columna/El Diario.
.