*Migración: un problema en aumento.
*La visita de AMLO a Juárez: con innegable matiz electoral.
El hecho de que Joseph Biden haya asumido recientemente la presidencia de los Estados Unidos, sustituyendo a Donald Trump, quien se caracterizó por ser un presidente de posturas racistas y xenofóbicas, no significa que las puertas de ese país se hayan abierto automáticamente para todos los migrantes extranjeros, por lo que la compleja situación que ya se venía viviendo en la frontera entre Estados Unidos y México, a raíz del flujo migratorio, se verá agravada, independientemente de las nuevas directrices que el gobierno de Biden implemente en la materia. Es, sin duda, este problema, producto de un conjunto de factores socioeconómicos, políticos y culturales, en los que se ven inmersos los ciudadanos que transitan hacia Norteamérica en busca de mejores condiciones de vida.
Evidentemente, en los países centro y sudamericanos existe una delicada situación económica que es la principal causa de la migración y, por consecuencia, de esta problemática trasnacional; en el meollo del asunto se encuentran el subdesarrollo y la pobreza. Una de las manifestaciones del problema migratorio es la presencia, cada vez mayor, de personas y familias de diferentes nacionalidades, que transitan por las carreteras, ciudades y calles de México, muchas veces viviendo a la intemperie, y haciendo lo que pueden para subsistir, en su trayecto hacia la frontera México-estadounidense.
La entrada y permanencia ilegal de personas en nuestro país, como en cualquier otro país, representa riesgos para la seguridad y la salud públicas, pues al no haber un control sobre la condición sanitaria de dichas personas, se corre el peligro de que los habitantes del país que los recibe puedan ser víctimas de enfermedades y contagios, además, el permanente estado de necesidad bajo el cual dichas personas migrantes sobreviven, las obliga a solicitar ayuda para subsistir, y al no encontrarla pueden incluso cometer robos, asaltos u otros delitos, en perjuicio de la seguridad e integridad de otras personas y sus bienes.
Este complejo problema de la migración es un asunto de carácter transnacional, y por lo tanto implica una cuidadosa atención por parte de los países involucrados en el mismo. Por supuesto, genera tensiones de índole político, pues generalmente no resulta sencillo llegar a acuerdos que permitan regularizar la situación migratoria de grupos masivos de personas, ya que detrás de dichos pactos necesariamente existen diversos aspectos de naturaleza logística, infraestructural, económica, presupuestal, económica y jurídica, que los gobiernos deben tomar en cuenta antes de establecer los acuerdos respectivos.
Así, bajo el actual escenario, comienza a generarse una especie de tensión o fricción entre Estados Unidos y México, pues el presidente norteamericano ha reclamado a nuestro país que reciba a los migrantes deportados por el gobierno norteamericano. La necesidad económica, que apremia a muchos ciudadanos de países centro y sudamericanos debido a las precarias condiciones de desarrollo, así como al crecimiento demográfico que en esas naciones se genera, permiten prever que continuará aumentando la problemática migratoria, por lo que tanto Estados Unidos como México deberán enfocar mayores esfuerzos y recursos políticos, logísticos, financieros, materiales y humanos, en la atención a este tema, que cada vez cobra mayor relevancia en la agenda bilateral de ambas naciones.
Imposible, prácticamente, que en plena época electoral pase desapercibida la visita del presidente Andrés Manuel López Obrador, a ciudad Juárez, Chihuahua, efectuada el 26 de marzo de 2021. Incluso, llamó la atención la presencia del gobernador Javier Corral, después de las notorias diferencias públicas que ambos personajes habían tenido, y del desaire sufrido por Corral a manos de AMLO, durante la última visita de este a la entidad, pues para muchos resultó sorpresivo que el gobernador acompañara al presidente en esta reunión, efectuada con pocos meses de anticipación a las elecciones del presente año.
El motivo, al menos el de índole formal, era atender temas relacionados con los programas de desarrollo social, aunque, para los medios de comunicación y para la opinión pública el evento tuvo una connotación de indiscutible matiz político-electoral. La circunstancia de que, como dicen algunos, “Corral haya recibido el perdón de AMLO”, y en esta ocasión sí fuera invitado al evento, tiene, por supuesto, un carácter estratégico. Ahora, ante los tiempos electorales que se viven, el mandatario nacional consideró conveniente proyectar la imagen de restablecimiento de relaciones con el jefe del ejecutivo estatal chihuahuense. Esto tiene lógica, pues en la recta final de la elección 2021, resulta de interés para el presidente que su imagen personal y la de su partido –MORENA- no se menoscaben.
Es sabido que Ciudad Juárez constituye una de las plazas importantes para el morenismo, también es del dominio público que el candidato morenista al gobierno estatal, Juan Carlos Loera de la Rosa, es residente de esa urbe fronteriza. Además, la contienda por la gubernatura de Chihuahua no está definida para nadie. No hay indicios que sitúen a Loera como el candidato mejor posicionado, y el eventual regreso del PRI al Palacio de Gobierno, a través de Graciela Ortiz, se conocerá hasta el día de los comicios, mientras que la aspirante panista, María Eugenia Campos, enfrenta en los tribunales una acusación formal por la supuesta recepción ilícita de fuertes sumas de dinero procedentes del erario público. Por todo ello, resultan más que explicables, la presencia en Chihuahua, del presidente López Obrador, y su “reconciliación” con el gobernador Corral.