Ojinaga Chih.- El pastor Heber González, de la 1ra Iglesia Apostólica de la fe en Cristo Jesús, dijo ayer durante su sermón; que debemos tener disposición para estudiar tu Palabra, y pedirle que nos de su Espíritu Santo para acogerla y comprenderla.
Que sepamos estar atento a tus instrucciones; además discernimiento para saber qué me quieres decir y sinceridad y fuerza para aceptarlo.
Por otro lado señalo que Samuel estaba en un despertar para oír la voz de Dios que traería cambios diferentes impactantes.
Eli vivía en un estado de humanismo, legalismo, religiosidad y así no se puede escuchar la voz de Dios.
Dios nos habla atravez de su Palabra escrita y su consejo está ahí para nuestra bendición si obedecemos atentamente a su voz.
Deuteronomio 28.1-14.No endurezcamos nuestro corazón para que no escasee la Palabra dentro de nosotros, advirtió el Pastor Heber González, durante su homilía dominical.
El niño Samuel oficiaba ante el Señor con Elí. La palabra del Señor era rara en aquel tiempo, y no abundaban las visiones.
Un día Elí estaba acostado en su habitación. Sus ojos empezaban a apagarse, y no podía ver. Aún ardía la lámpara de Dios, y Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó Samuel, y él respondió: «Aquí estoy.»
Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.» Respondió Elí: «No te he llamado; vuelve a acostarte.» Samuel volvió a acostarse. Volvió a llamar el Señor a Samuel.
Él se levantó y fue a done estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.» Respondió Elí: «No te he llamado, hijo mío; vuelve a acostarte.» Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido revelada la palabra del Señor.
Por tercera vez llamó el Señor a Samuel, y él se fue a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.» Elí comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho, y dijo a Samuel: «Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: “Habla, Señor, que tu siervo escucha.”» Samuel fue y se acostó en su sitio. El Señor se presentó y le llamó como antes: «Samuel, Samuel!» Él respondió: «Habla, que tu siervo escucha.»
Samuel crecía, y el Señor estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse; y todo Israel, desde Dan hasta Berseba, supo que Samuel era profeta acreditado ante el Señor. El Señor continuaba manifestándose en Siló. Allá se revelaba a Samuel por medio de su palabra, concluyo diciendo González.