Ojinaga Chih.- Trascender significa que una cosa o situación pasa de un estado a otro en un lapso de tiempo. Hebreos 11 y Marcos 2:1, fueron la base del sermón dominical de ayer.
La fe que trasciende es aquella cuya petición se cumple por encima del tiempo y la distancia; es como el joven que tiene un tumor, recibe una Palabra y en el momento no es sano, pero tan pronto llega a su casa recibe la sanidad, es decir, su fe trascendió al tiempo y espacio, dijo en su sermón dominical ayer el Pastor Roberto Gutiérrez, de la Iglesia Mana en el Desierto.
La Palabra que recibamos hoy bien puede cumplirse mañana sin importar qué problemas estemos experimentando hoy. Cada problema siempre tiene dentro una bendición y sólo la fe la saca a la luz.
Seamos cristianos de frutos; No podemos vivir de las apariencias como el árbol que es frondoso, pero no da ningún fruto; somos llamados a ser cristianos de frutos y frutos que permanecen.
La fe que trasciende le habla a las cosas y a los problemas como si fueran personas; es mejor ser loco con milagros que cuerdo sin nada.
La fe que trasciende le habla a los problemas para deshacerlos, no para exaltarlos. No podemos durar una década con el mismo problema, porque nuestro problema y no la fe en resolverlo es lo que ha trascendido en este caso.
Una mujer que ora todas las noches por la conversión de su marido, aunque no lo vea al principio y hasta puede que su condición empeore, eventualmente verá el fruto de su oración. Lo peor que nos puede pasar como cristianos es que nadie coma de nosotros y ser semejantes a una ciega, que sólo vive para pedir a los demás, pero nada ofrece.
Tengamos la fe de Dios. Dios no atiende nuestras lamentaciones ni nuestros quejidos sino nuestra fe. Jesús declaró una Palabra sobre la higuera y no se cumplió al instante sino al día siguiente, indicándonos que la fe trasciende al tiempo.
Algunas personas durante el tiempo que transcurre entre la declaración de la palabra y su cumplimiento, pueden perder el milagro a causa de sus palabras. Debemos edificar y no destruir, usando un lenguaje alineado al de Dios. ¿Qué puede detener un milagro? Lo que declaramos con nuestra boca, advirtió el hno. Roberto Gutiérrez ayer.