Casi sin darnos cuenta, diario tomamos ciento de decisiones, desde decisiones sencillas como lavarnos las manos, los dientes, escoger el color de zapatos, la ropa que ponerme, saber que ruta voy a tomar en mi transporte, decidir qué voy a preparar hoy de desayuno, almuerzo o cena, qué película quiero ver en el cine, a qué hora me voy a levantar, etc… hasta decisiones trascendentales como saber qué carrera quiero estudiar, con quién me voy a casar, dónde voy a vivir, cuántos hijos voy a tener, cómo me voy a ganar la vida, entre muchas otras.
Si una persona tiene desarrolladas pocas capacidades de toma de decisión, vivir en el mundo actual, puede crearle muchos problemas de estrés. Ser indeciso en la sociedad actual es dejarse llevar por las corrientes. Y el que se deja llevar por las corrientes llega a cualquier sitio menos al sitio deseado.
Hay personas que toman las decisiones rápidamente, sin tener toda la información necesaria, y los resultados no son buenos. Hay otro grupo de personas que van retrasando las decisiones, acumulan posibilidades y nunca toman la decisión, y se quedan estancados. Otras personas dejan que las decisiones las tomen otros y quizás las cosas no sean como esperan. Hay muchas personas que esperan que las cosas se decidan por azar o que sean las circunstancias las que resuelvan los problemas de forma mágica.
Es importante comprender que las decisiones que hago hoy, tendrán efectos, buenos o malos en un futuro inmediato o distante. Y que mis decisiones pueden afectar a otros; especialmente a las personas más cercanas. Y por otro lado, la indecisión es en realidad una decisión de no hacer nada.
La historia bíblica nos cuenta de personajes que tomaron malas decisiones y los resultados fueron catastróficos. El hijo pródigo (Lucas 15) decidió alejarse de su padre y malgastar todo lo que tenía y vivir perdidamente, el resultado, quedó en la ruina y solo. Judas tomó la mala decisión de traicionar a Jesús y lo pagó con su vida. El guerrero Acán, en la batalla contra Haí, tomo lo prohibido, la consecuencia, murió él y toda la familia.
Pero también hay quienes tomaron buenas dicciones. El hijo pródigo decidió volver a casa, reconocer su falta, pedir perdón, y ponerse en las manos de su padre. El resultado, fue restaurado. Daniel y sus amigos decidieron no contaminarse con la comida del rey. Dios los libró del horno de fuego y de las fauces de los leones y fueron puestos como gobernantes.
De cada mala decisión que hemos tomado, aparte de quizás dolor, tristeza, perdidas etc. nos han dejado algo de mucho valor: Experiencia. Cada vez que nos levantamos de los errores que hemos cometido nos levantamos con más experiencia para no volver a equivocarnos.
La palabra de Dios nos aconseja: “Fíate del Eterno de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5-6)
Sin duda alguna que las decisiones pueden marcar su vida ya sea para bien o para mal. David sabía que la vida es corta que sus decisiones podían llevarlo a la ruina, o al bienestar espiritual, es por esa razón que en el Salmo 90:12; David le pide a Dios que le ayude a contar bien sus días, en pocas palabra, David lo que dijo fue, Dios ayúdame a tomar decisiones correctas en la vida.
Que Dios nos ayude en la vida a tomar las mejores decisiones, aunque no sean muy populares para otros.
Estimado lector crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo