Este es el último editorial del año.
El próximo, si Dios quiere, será publicado el 4 de enero del 2021.
Sería ingenuo pensar que la transición entre un año y otro transcurrirá solo merced al cambio de fechas en el calendario; el 2021 va a comenzar exactamente igual a como concluye este año terrible. La pandemia seguirá matando gente en la proporción en que lo ha hecho hasta hoy en día y los servicios sanitarios continuarán navegando entre el azoro, la torpeza y la demagogia institucionales.
Debemos estar alertas, y preparados, a las pérdidas de todo tipo que constituyeron el signo del año que concluye.
Es en política donde enero nos puede venir meneadito; aunque no mucho más que este 2020; en el seno del PAN, continuará el brutal enfrentamiento interno entre el Gobernador Corral y sus secuaces, por una parte; y por la otra, el resto del PAN, inmensa mayoría de ciudadanos que, sin miedo, están dispuestos a arrostrar la consecuencia de sus convicciones, con Maru Campos a la cabeza. Todo, bajo la mirada impávida de una dirigencia —local y nacional, incompetente y cobarde—, que no sabe, no puede o no quiere poner en práctica el lema de Acción Nacional: “Por una patria ordenada y generosa”.
En frente, la zozobra le pone las peras a 25 a la Candidatura de Loera, quien deberá enfrentar a Cruz en los tribunales. La resolución se antoja difícil de prever: aunque la encuesta haya sido una farsa —lo que, sin duda, obligaría a MORENA a repetir el ejercicio—, el TEPJF, al igual que la SCJN, ha fallado en todo a favor de Andrés Manuel y sus seniles caprichos.
El resto de los partidos se alinearán con uno u otro bando.
El Gobierno, federal o local, seguirá actuando como hasta ahora: metido hasta las pestañas en un proceso que debería ser democrático y ciudadano, bajo la consigna resumible en cinco palabras: “aquí, nomás mis chicharrones truenan”.
Por todo eso, usted relájese, respire hondo y cuídese como hasta ahora (si se ha cuidado); si no, es hora de que agarre juicio y empiece a cuidar de sí y de los suyos: usar cubrebocas, mantener la sana distancia, salir solo lo indispensable, etc.
Por lo que hace este año, les diré lo que me digo a mí mismo todos los días: sí, este fue un año muy difícil; la persona más importante en mi vida, mi mamá, murió el 1.º de noviembre y deja un vacío imposible de llenar; personas a quienes quise, respeté o admiré, se fueron también en medio de ese rumor apocalíptico de fin de los tiempos; y sin embargo aquí estoy.
En ese punto no me queda sino agradecer a Dios nuestro Señor y a la Providencia pródiga. No se trata de cerrar los ojos frente a las pérdidas, los descalabros o las desgracias, y hacer como que no ocurrieron, no; sino de mantenerlos abiertos, abiertos, abiertos, para apreciar las bendiciones, los pequeños éxitos (porque se trata de seguir luchando) y celebrar las alegrías sin contarlas para saber si son muchas o pocas o mayores o menores que las del vecino.
La vida sigue a pesar de todo y, como dice el refrán: “mientras hay vida hay esperanza”. Aliéntela, motívela, vívala, acaríciela, mantenga su corazón firme, el ánimo entero y la llama por vivir intacta.
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Luis Villegas Montes.