• Quinquenio corralista: más pena que gloria.
• María Eugenia Campos y Cruz Pérez Cuéllar: ¿Fuera de la elección 2021?
El gobernador chihuahuense, Javier Corral Jurado, termina su periodo de gobierno en condiciones complicadas: enfrentado al presidente de la República; distanciado profundamente de sus correligionarios de partido; con las finanzas públicas en bancarrota; en medio de una serie de agravios a los medios de comunicación; con alto nivel de desaprobación ciudadana; y persiguiendo a dos de sus principales enemigos políticos, la alcaldesa capitalina panista María Eugenia Campos Galván, y el senador morenista Cruz Pérez Cuéllar.
Concluye su gestión en un escenario difícil, pues además, se podría decir que Corral y su gabinete representan la antítesis de un gobierno, es decir, son un equipo administrativo que da la impresión de que en los hechos nunca gobernó. Da cuenta de esto el mal manejo de la deuda pública estatal, que se dejó crecer sin haberla podido disminuir como se había prometido, lo cual llevó a la actual falta de liquidez en la que no se tienen recursos para los aguinaldos de la burocracia. Igualmente, ilustran en modo claro el descontrol gubernamental vivido por Chihuahua en este quinquenio la inseguridad e ingobernabilidad hoy presentes en todo el estado, donde los homicidios, feminicidios, privaciones de la libertad, robos, extorsiones y otros delitos de considerable impacto elevan cada día las estadísticas y confirman que la autoridad ha sido rebasada.
Otro aspecto del desenlace del quinquenio corralista lo constituye la carencia de obra pública, prácticamente no hubo avance en este renglón durante los cinco años de ejercicio. Los reclamos ciudadanos se derivan de la evidente falta de atención, incluso desinterés, que mostró el gobierno en los rubros que ya han sido referidos. Se careció de capacidad para dar los resultados que los chihuahuenses esperaban, faltaron oficio político y sensibilidad en el mandatario y sus colaboradores, quienes siempre dieron la impresión de hallarse distantes de los ciudadanos.
Las energías y acciones del gobernador y su círculo más cercano de funcionarios se enfocaron en la persecución jurídica de supuestos infractores a la ley, mediante la estrategia denominada “Operación Justicia para Chihuahua”, a la que siempre se le ha visto como un proyecto cuyos verdaderos fines fueron de índole político-electoral. La razón de ello es que las víctimas de dicha persecución son personajes considerados por el gobernador como sus enemigos políticos. El balance final del cierre de quinquenio de Javier Corral es el de una administración que finaliza su gestión con más pena que gloria.
Muy cuestionada ha sido la persecución jurídica desplegada por el Gobierno del Estado contra la alcaldesa capitalina María Eugenia Campos, y el senador Cruz Pérez Cuéllar, a quienes la administración de Javier Corral acusa de corrupción por su supuesta participación en la nómina secreta del anterior gobierno estatal. El gobernador Corral y el Fiscal César Peniche los acusan de haber recibido fuertes sumas de dinero provenientes del erario público. Independientemente de la inocencia o culpabilidad que les resultaría a dichos acusados luego de un eventual proceso judicial, en el que se valorarían las pruebas ofrecidas a su favor y en su contra, nadie ignora la rivalidad que desde años atrás existe entre el titular del poder ejecutivo y los dos actores políticos implicados.
Corral ha hecho así un juego doble, pues al amparo de las supuestas evidencias documentales integró los respectivos expedientes acusatorios contra Pérez y Campos, y con ello interpuso obstáculos para tratar de impedir que éstos logren obtener en sus respectivos partidos la candidatura al gobierno del Estado, en el próximo proceso electoral 2021. Al senador tendría que serle retirado el fuero por el Congreso de la Unión antes de ir a juicio, lo cual se ve difícil debido al respaldo que le han dado el presidente Andrés Manuel López Obrador y otros prominentes líderes de MORENA.
Si Corral lograra someter a proceso a María Eugenia Campos y Cruz Pérez, se daría un golpe de timón en el escenario político-electoral del año próximo, pues podría ser que ni una ni otro figuraran en las boletas electorales, y en su lugar contenderían Gustavo Madero y Rafael Espino, por el PAN y MORENA, respectivamente. Independientemente de la suerte que corra Pérez Cuéllar, Espino tiene amplias posibilidades de alzarse con la candidatura morenista, ya que posee un sólido perfil y ha logrado posicionar su imagen. ¿Podrá Corral sacar del proceso electoral 2021 a María Eugenia Campos y Cruz Pérez?