Durante más de cuarenta años, el custodio de la iglesia, conocido como el señor John, puso sus habilidades para arreglarlo todo, al servicio de los demás, en un pequeño pueblo. Él y su esposa, Laverne, la secretaria de la iglesia, eran los buenos samaritanos del pueblo. No tenían mucho, pero eran las personas a las que todos acudían si había una necesidad. De repente, su suerte cambió. Hubo un incendio en su vieja cabaña. La mitad de su hogar quedó en ruinas. Antes de que la pareja pudiera salvar lo que quedó, entraron los ladrones. El dinero del seguro no alcanzó para reconstruir. Eran tiempos difíciles para todos. La recesión había dejado a muchos de los habitantes del pueblo sin empleo. El señor John y su esposa no querían incrementar la carga de ninguno de ellos pidiéndoles ayuda. De lo que no se habían dado cuenta era que había llegado su momento de las recompensas de su fe, de su bondad y de su generosidad. El señor John y Laverne no tuvieron que pedir ayuda. Los amigos y vecinos simplemente llegaron uno a uno. Todos metieron el hombro. Cuando la agradecida pareja, ya mayor, pasó a vivir a su linda y nueva cabaña, la llamaron “La casa que el amor construyó”.
Dios sabe cómo hacer las cosas aun cuando parece que no hay cómo hacerlas. Dios ha puesto promesas en cada corazón. Todos tenemos sueños y deseos, cosas que quisiéramos lograr, situaciones que cambien. Pero, con demasiada frecuencia renunciamos a esos sueños porque toman demasiado tiempo, o por haber intentado y haber fracasado, o por una desilusión. Pero quiero animarle estimado lector a que atice su fe. Llénese de esperanza. Dios es fiel. No importa cuánto tiempo haya pasado, no importa lo imposible que parezca, si no pierde la fe en Dios, llegará su momento.
Cada sueño que tiene en su corazón, cada promesa que se ha arraigado, es algo que Dios no solo puso allí, sino algo que Él pretende que suceda. Le animo a que tenga esta actitud: “Ya vendrá mi momento, sé que llegará mi momento”.
Dios siempre tiene la última palabra. Él es Dios de justicia. Dios ve cada injusticia que se ha cometido alguna vez en su contra. Ve cada situación injusta. Él hará que de todo lo malo que le ha pasado salgan cosas buenas. Él traerá justicia a su vida, solo confíe en Él y el hará: “Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará. Exhibirá tu justicia como la luz, Y tu derecho como el mediodía” (Salmo 37:4-6)
Tal vez sus pensamientos negativos le dicen: “Esto nunca va a cambiar. Nunca va a mejorar. Nunca recobrarás la salud. Nunca serás feliz”. No crea las mentiras de “nunca”. Dios nos enseña en su palabra cuando tenemos fe en Él: “Tu momento está por llegar”
Tal vez esperaba que alguien le diera una oportunidad. Lo ayudó en su momento. Contribuyó a su éxito. Pero cuando usted necesitó su ayuda, no lo encontró por ninguna parte. Entienda que su destino no depende de nadie. No se desanime porque alguien se haya ido. No se amargues por un jefe, por un socio, por un amigo que haya recibido un ascenso y se haya olvidado de usted. No los necesita para alcanzar el éxito. Dios ya tiene las personas correctas preparadas para que entren en su vida solo confíe en Dios y descanse en Él. “Pon en manos del Señor todas tus obras, y tus proyectos se cumplirán. Encomienda a Jehová tus obras, Y tus pensamientos serán afirmados. (Proverbios 16:3)
Estimado lector crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo. Pastor J. Andrés Pimentel M.