Estados Unidos.- Desde el 31 de julio de 1999, el geólogo estadounidense Gene Shoemaker es la única persona cuyas cenizas han sido diseminadas en la Luna.
Bigotes cortados cada tres días por la máquina de un fígaro, camisas impecables con corbata y amable sonrisa para la foto. Todas las imágenes que hay en Internet sobre Eugene Merle Shoemaker coinciden con estas características. El diario Clarín de Argentina escribe así su biografía y resume su talento: “Nacido en Los Ángeles en 1928, su inteligencia era la de un genio. En tres años hizo la secundaria y a los 16 ingresó en la Universidad, en la California Institute of Technology, dedicada al estudio de las ciencias naturales y la ingeniería. En 1948 ya se había recibido y comenzó el doctorado en Princeton”. El gran Gene, que así lo llamaban los amigos, ha sido reconocido por la NASA como una autoridad pionera en las ciencias planetarias. Sabía tanto de la Luna y su superficie que, en poco tiempo, se convirtió en maestro de los primeros astronautas en alunizar, Neil Armstrong y Buzz Aldrin. Era como una biblia para ellos. De hecho, la reseña sobre el geólogo en el sitio oficial de la NASA explica: “En 1961 asumió un papel de liderazgo en la USGS -el servicio geológico de los Estados Unidos- y en el estudio de la “astrogeología”, las misiones Ranger a la Luna y el entrenamiento de los astronautas”. Pero en realidad lo que quería hacer Mr. Shoemaker era viajar a la Luna. Se lo había contado a Carolyn Spellman, su esposa con especialidad en Historia, Política y Geología. Era su Luna de miel. Y quería caminar allí.
Una enfermedad se lo impidió. Y en 1997, en un desierto de Australia, un choque frontal con otro auto acabó con su vida.
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