No es común que los regulados aplaudan el trabajo de un regulador. Hace unos días, sin embargo, la Asociación Mexicana de Laboratorios Farmacéuticos, AMELAF, pidió al Gobierno que la Cofepris sea el “garante sanitario” de las compras que haga de medicamentos en el extranjero. La Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios “es una dependencia de Gobierno que tiene reconocimiento internacional, la que ha formado un gran equipo de trabajo, y la respetamos porque se ha consolidado por sus resultados al igual que la industria farmacéutica del país, gracias a sus enérgicas medidas de supervisión”.
Hubo un tiempo en que este reconocimiento habría sido imposible. La Cofepris, fundada en 2001, a imagen y semejanza de la Food and Drug Administration de Estados Unidos y de otros organismos similares en Europa, era una organización burocrática e ineficaz. Tuvo, sin embargo, una transformación muy importante a partir de 2011 y se convirtió en un regulador eficiente y promotor de la inversión y la producción. Tomó medidas contra los llamados medicamentos milagro, que eran un simple engaño al público, y promovió la producción de genéricos que permitió una disminución en los precios de las medicinas en México.
La industria farmacéutica nacional quiere hoy que la Cofepris otorgue “registro y autorización sanitaria” a los medicamentos que se importen para evitar una competencia desleal. Para esto, sin embargo, es importante que sigamos teniendo una Cofepris autónoma y profesional.
No será así si prospera el proyecto de la Secretaría de Salud sometido a la Comisión de Mejora Regulatoria que busca subordinar la Cofepris a la Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud de Hugo López-Gatell. La decisión quiere arreglar algo que no está descompuesto. López Obrador pretende fortalecer políticamente al controvertido subsecretario, cuya renuncia exigen los gobernadores de oposición, pero que no ha tenido realmente un buen desempeño en su encargo.
La diputada Martha Tagle, de MC, señaló que el cambio de adscripción no puede realizarse como pretende el Gobierno, con un simple acuerdo interno de la SSa. “La Cofepris es un órgano desconcentrado con autonomía administrativa, técnica y operativa, de conformidad con el Artículo 17 bis de la Ley General de Salud”. El Congreso tendría que modificar ese Artículo para la modificación, pero el Gobierno no parece conocer la ley o no parece importarle lo que esta diga.
Lo que más preocupa es la posibilidad de que tengamos un retroceso en la Cofepris. Ya con el nuevo Gobierno, la institución se ha preocupado más por cerrar instalaciones productivas por razones políticas que por cumplir su función. Lo hizo con siete de las 17 plantas de Pisa, incluyendo la principal productora de medicamentos oncológicos pediátricos del país, con lo que empezó el actual desabasto de estos fármacos de alta especialidad. El Presidente ha acusado de corrupción a la empresa, pero nunca ha presentado pruebas en su contra.
Necesitamos un organismo autónomo y libre de influencias políticas precisamente para evitar este tipo de abusos. Por eso es tan importante mantener una Cofepris profesional e independiente. La decisión de López Obrador de colocarla bajo la égida de López-Gatell podrá tener sentido político, pero puede resultar en un retroceso enorme para nuestro país.
Veracruz
No solo se equivocó AMLO cuando dijo que el puerto de Veracruz es una empresa privada, sino también cuando comentó que “tampoco se puede decir que durante todo este tiempo ha mejorado mucho el puerto de Veracruz”. La mejoría ha sido enorme y ha permitido que de un manejo de 6.9 millones de toneladas de carga en 1994 se hayan alcanzado 28.3 millones en 2019.