Pasaron los días, y para mediados de julio ya eran 15 vacunas las que estaban en alguna de las fases de evaluación clínica (pruebas en seres humanos); de las cuales, solo tres estaban lo suficientemente avanzadas como para que en pocos meses se pudiera saber si realmente son seguras y efectivas.
Así pasó un mes hasta que, el pasado 13 de agosto, la OMS publicó datos actualizados que indican que, aunque las vacunas candidatas ya son más de 170, solamente 29 de ellas están en alguna fase de evaluación clínica, y solo seis estaban en la fase III. Es decir, solo otras tres vacunas candidatas se habían incorporado a la penúltima fase de desarrollo (aplicación la vacuna experimental a una gran cantidad de personas) que es la fase definitoria para la aprobación de cada vacuna candidata.
El caso es que, hasta la semana pasada, a lo más que había llegado la lista de vacunas candidatas en la fase III era de seis, y no había indicios de que pudiera obtener aprobación en el “cortísimo” plazo. O sea, si no se veía cercana la aprobación de una de las tres vacunas que habían llegado primero la fase III (incluyendo la de AstraZeneca/Universidad de Oxford), menos se esperaba la aprobación de la “Ad5-nCoV” de China (que estaba en fase II); y mucho menos la aprobación de la “Sputnik V” de Rusia (de la que no hay información científica pública referente a sus etapas ni a sus fases de desarrollo).
En ese contexto, cabe recordar que parte del nivel confiabilidad en la aprobación de una vacuna radica en lo señalado por la OMS desde antes de que comenzara la carrera para encontrar la vacuna contra la COVID-19: el cabal cumplimiento de todas las fases de desarrollo de la vacuna requiere entre 12 y 18 meses (cosa que no sucedió con la “Ad5-nCoV” ni con la“Sputnik V”); o sea, se necesita al menos un año para demostrar que las vacunas candidatas son seguras y costo-efectivas para responder a la actual pandemia. Pero bueno, tomando esto último por el lado amable, ya solo quedan entre tres y nueve meses para que -por fin- encuentren la vacuna segura y efectiva que tanto anhelamos y necesitamos.
En esta ocasión, concluyo citando lo dicho alguna vez por el virólogo francés, ganador del premio Nobel de Medicina, Luc Montagnier: Está claro que la prevención nunca será suficiente. Por eso necesitamos una vacuna que sea realmente segura.
Aída María Holguín Baeza
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Integrante de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua, A.C.