El presidente López Obrador presentó este 14 de julio los primeros dos prototipos de respiradores desarrollados por el Conacyt: “Un ventilador hecho en México, lo cual nos va a significar ser autosuficientes en estos equipos, que son básicos. No los teníamos. Gracias a la solidaridad internacional pudimos conseguirlos en los momentos más difíciles”.
Nadie sabe realmente si estos equipos son buenos o competitivos. No se han presentado pruebas comparativas ni información técnica. Sabemos, eso sí, que están llegando tarde: el Conacyt se comprometió el 23 de abril a entregar 700 el 15 de mayo, pero el martes apenas presentó estos dos prototipos.
Mientras que el Gobierno busca la autosuficiencia en un campo en el que no tiene experiencia, y encarga la producción a un Conacyt sin capacidad de producción industrial, lo cual augura problemas en el futuro, anuncia en la misma conferencia medidas para eliminar la autosuficiencia que sí tenemos, adquirida en décadas de trabajo e inversión, en la industria farmacéutica.
Aunque el Presidente ha declarado en varias ocasiones que en México no hay escasez de medicamentos, y que las quejas por desabasto son parte de una campaña de sus corruptos enemigos, ahora anuncia que el Gobierno hará compras de medicamentos en el extranjero: “Con esta acción se resolverá en definitiva el abasto de medicamentos”.
“Se nos ha dificultado -reconoce el Mandatario-, era mucha la corrupción en la venta de medicamentos. Algo escandaloso, de miles y millones de pesos, y los que se beneficiaban están molestos. Hay hasta campañas en medios hablando de la escasez, porque ellos saben que ya se termina la corrupción. Hemos tomado esta decisión y vamos a que no falten los medicamentos en hospitales”.
Del lado positivo, el Presidente está reconociendo que hay desabasto y que debe resolverse. El primer paso para atacar cualquier problema es reconocer su existencia. Sin embargo, mientras López Obrador apuesta a una tecnología no probada para los respiradores, da la espalda a la producción nacional de medicamentos y toma medidas para comprarlos en el extranjero, aunque cuesten más, aunque destruyan empleos nacionales, aunque provoquen una pérdida de autosuficiencia.
El presidente López Obrador ha acusado de corrupción a las distribuidoras de medicamentos sin presentar pruebas ni denuncias, pero son distintas de las farmacéuticas. Aun suponiendo que fueran corruptas, sin embargo, es insensato castigar a todos los productores y trabajadores de la industria farmacéutica nacional.
Ya ha quedado claro, por otra parte, que el actual Gobierno no es el mejor comprador de medicamentos. Sus adquisiciones consolidadas han sido un ejemplo de desorganización, quizá porque han estado a cargo de funcionarios sin experiencia. Estos errores en las compras, junto con el cierre de laboratorios por faltas que nunca han sido comprobadas, han provocado el desabasto de medicamentos que ahora se está reconociendo.
Hay que aplaudir, por supuesto, el combate a la corrupción; pero si bien ha habido muchas declaraciones contra las distribuidoras de medicamentos, el Gobierno no ha presentado hasta ahora ni una prueba, ni una denuncia formal en contra de funcionarios o empresas. Parece que el Presidente simplemente quiere lograr la autosuficiencia en un campo en el que no tenemos experiencia, el de los respiradores, mientras tira a la basura la autosuficiencia construida a lo largo de décadas en la industria farmacéutica.
Carbón sucio
La Comisión Federal de Electricidad ha anunciado la compra por asignación directa de 2 millones de toneladas de carbón, el más sucio de los combustibles. Mientras tanto, toma medidas para limitar la generación de energías limpias. Estas sí son políticas públicas corruptas.