La pandemia que cambió al mundo.
La crisis mundial de salud causada por la oleada masiva de enfermedad y muerte que ha originado el coronavirus (Covid-19), es mucho más que eso. Es una crisis económica, social y política cuyos efectos han menoscabado seriamente la estabilidad del mundo y conmocionado la conciencia de la gente. Sus perjuicios han llegado aún mas lejos, pues esta hecatombe ha originado también una crisis en materia de derechos humanos. Los derechos a la vida, a la salud, a la dignidad personal, a la integridad física, a no ser discriminado, al trabajo, a la alimentación, a la educación, al libre tránsito y a la preservación del patrimonio son derechos fundamentales de los seres humanos, cuyo goce y ejercicio se ha visto impedido y restringido -e incluso atropellado- como resultado de la pandemia que hoy vivimos.
No es necesario dirigir la vista hacia otras naciones para constatar las transgresiones que como consecuencia de la actual contingencia han sufrido en sus derechos humanos muchas personas. En México la emergencia ha puesto al descubierto muchos casos y situaciones, algunos justificados desde los puntos de vista ético y racional, y otros sin sustento, pero la mayoría de ellos dolorosos.
Durante estas semanas de angustia e incertidumbre nuestro país ha sido escenario de una diversidad de hechos como muertes por deficiente atención a enfermos a causa de diagnósticos erróneos y extemporáneos; negación del servicio médico a personas solicitantes de atención –negligencias médicas-; insuficiencia o falta de infraestructura hospitalaria, insumos, equipos y medicamentos para la atención de pacientes infectados; omisión o deficiencia en la entrega de accesorios de protección, seguridad e higiene al personal médico y de enfermería en hospitales; discriminación y ocultamiento de información a familiares de pacientes internados en hospitales; agresiones cometidas contra médicos y enfermeras; prohibiciones y multas decretadas de manera inconstitucional y contra la libertad de tránsito; despidos injustificados en contra de trabajadores, así como descuentos ilegales en sus salarios y prestaciones; pérdidas cuantiosas en empresas y cierre de las mismas por falta de apoyos gubernamentales; interrupción de actividades académicas escolares; falta de ingresos para la subsistencia diaria de miles de familias de escasos recursos; ausencia de ayuda asistencial a trabajadores informales, migrantes e indigentes.
A esta relación de casos se pueden añadir muchos más, sin duda, y entre ellos es pertinente mencionar al menos tres de notorio impacto social: el incremento en las manifestaciones de violencia intrafamiliar, así como de los hechos delictivos contra la vida y el patrimonio de las personas. En Chihuahua, como en otras partes del país y del mundo, algunos de estos comportamientos han sido notorios después de la irrupción del Covid-19. Por todas estas y por muchas otras razones la presente emergencia sanitaria que ahora padecemos marcará un hito en la historia de la humanidad, y al paso de los años será recordada como una de las crisis que cambió al mundo.