“Sostengo que lo justo no es otra cosa que lo que conviene al más fuerte”. Trasímaco
La secretaria de Energía, Rocío Nahle, compartió ayer por Twitter “el último reporte de los avances de la construcción” de la refinería de Pemex en Dos Bocas. En un video mostró la cimentación de las áreas de proceso, lo que sin duda ha generado envidia en muchas empresas de construcción cuyas obras han sido detenidas porque el gobierno las consideró “no esenciales”. La ley no se aplica a todos por igual en nuestro país.
Son muy extraños los criterios con los que se definen en esta emergencia sanitaria las actividades esenciales y las no esenciales. La producción de tequila, por ejemplo, es esencial, pero no la de cerveza. La industria farmacéutica o la de alimentos son esenciales, lógico, pero no la de empaques y envases, lo cual hace cada vez más difícil enviar los medicamentos y alimentos a los puntos de venta. Muchas fábricas deben seguir ofreciendo productos de todo tipo, entre ellos instrumentos médicos, pero las minas están cerradas, lo cual deja a muchas sin insumos básicos. Si llegamos a tener desabasto será por ineptitud, por falta de conocimiento sobre cómo funcionan las cadenas de producción y de distribución.
El gobierno de López Obrador se ha preocupado mucho por atender las exigencias del gobierno de Estados Unidos para que se abran las actividades que se encuentren en las cadenas de producción de las empresas estadounidenses, pero no muestra el mismo interés por atender los reclamos de las empresas mexicanas que han visto cerradas sus actividades a pesar de que podrían estar trabajando con las adecuadas medidas de salud.
Los criterios de cierre de empresas o tiendas son en buena medida irracionales. Favorecen a algunas firmas y consumidores, pero castigan a otras sin razón. Esto me quedó claro hace unos días cuando decidí comprar una bicicleta para trasladarme en estos días en que las restricciones a la circulación y al transporte público hacen más complicado de lo necesario acudir todos los días a mis programas informativos de radio y de televisión (clasificados como actividades esenciales). Quise primero adquirirla en una tienda especializada en bicicletas, pero estaba cerrada, porque no es un producto esencial. Busqué una en un Elektra cercano, que sí estaba abierto (aclaro interés: colaboro con TV Azteca, una empresa propiedad del mismo grupo corporativo), pero me dijeron que no podían vendérmela porque las autoridades dijeron a la tienda que podía mantener sus actividades esenciales, pero no las no esenciales, y la venta de bicicletas no lo es. Fui después a un Walmart y ahí sí había esas bicicletas no esenciales, sólo que no me gustaron. Al final compré una en Amazon, pero nunca entendí los criterios para que en algunos lugares se pudiera vender una bicicleta y en otros no.
Las decisiones de las autoridades sobre qué actividades o productos son esenciales representan enormes diferencias en las posibilidades de supervivencia de un negocio en esta crisis. Las tiendas de electrónicos no telefónicos, por ejemplo, han tenido que cerrar ya que sus productos no se consideran esenciales, por lo que muchas pueden quebrar, pero los supermercados sí venden pantallas en lo que constituye un caso de competencia desleal.
Tenemos también el cierre forzoso de muchas empresas de construcción mientras que se exenta a las que están trabajando en los proyectos favoritos del presidente, como la refinería de Dos Bocas. Por eso resulta tan insultante el video de la secretaria de Energía para todos aquellos que laboraban en obras que han tenido que cerrar.
Infodemia
Hemos pasado de las “benditas redes sociales” al cuestionamiento de la “infodemia” de las redes. Todo el que aplauda al presidente es bendito, quienquiera que lo cuestione es generador de pandemias informativas.
Twitter: @SergioSarmiento